viernes, 13 de diciembre de 2024

Proyecto productivo de Marsella abastece al PAE con innovación agrícola

Juan Diego Patiño, gobernador de Risaralda (Foto: Gobernación)

Con un proyecto productivo, el Instituto Agrícola de Marsella transforma la educación y fortalece el Plan de Alimentación Escolar.

Cada día en el Instituto Agrícola de Marsella un grupo de jóvenes recorre con orgullo los surcos de un invernadero que no solo guarda tomates, sino también un propósito.

En este rincón del paisaje cafetero, la Institución Educativa ha dado vida a un proyecto que combina innovación, aprendizaje y alimento para la comunidad.

El gobernador de Risaralda, Juan Diego Patiño, lo describe como una semilla que germina más allá de los cultivos. “Estamos felices con este piloto. Es la segunda cosecha que estos jóvenes logran vender al Plan de Alimentación Escolar, y no se trata solo de tomates, sino de la posibilidad de transformar la educación desde la tierra misma”, expresó con satisfacción.

El corazón del proyecto late en un invernadero de 1000 metros cuadrados, donde 1.600 plántulas de tomate crecen protegidas bajo una estructura que rompe con las formas tradicionales de cultivo.

“Es una innovación tecnológica que asegura calidad y productividad. No solo es un aprendizaje para los estudiantes, sino una enseñanza para todos sobre cómo cultivar con menos riesgo y más esperanza”, explicó Julio César Pescador Trejos, rector de la institución. Los sistemas controlados de riego, temperatura y protección contra plagas han convertido este espacio en un aula viva.

Ramón Gómez, quien cuida el invernadero como si fuera su propia huerta, confiesa el orgullo que siente al ver cómo este proyecto ha cambiado la dinámica de la escuela.

“Aquí los muchachos no solo aprenden a sembrar, también aprenden el valor del esfuerzo y el trabajo en equipo. Yo estoy para ayudarlos en lo que necesiten, desde recoger los tomates hasta preparar la tierra para la próxima siembra”, comenta, mientras acomoda las cajas con el fruto de una jornada productiva.

Los estudiantes, de uniforme, pero con las manos teñidas de tierra, se mueven con la seguridad de quienes saben que lo que hacen tiene un propósito mayor. Para ellos, más que una tarea académica, este es un proyecto de vida.

Más allá de los números —dos cosechas entregadas al PAE, cultivos rotativos en planes futuros—, este proyecto es una metáfora del futuro que Marsella puede sembrar.

Aquí, la tierra no solo produce alimentos; también cultiva esperanza, sueños y un nuevo camino para la educación rural. En cada tomate cosechado hay una historia de aprendizaje, una promesa de crecimiento y una lección sobre cómo construir comunidad desde la raíz.

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