Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
Los pensamientos tienen el poder para transformar la vida de una persona. Cuanto mayor sea la frecuencia con la cual son albergados en la mente, más determinante es su impacto. El concepto no es novedoso, de hecho, ha sido utilizado por distintas tradiciones espirituales o escuelas de formación desde hace muchos siglos.
Lo que sí es relativamente reciente es la investigación y la aplicación que con mayor frecuencia están realizando algunas disciplinas de la ciencia moderna para potenciar la mayoría de los actos humanos, como lograr un propósito, mejorar la calidad de vida y ayudar a disminuir las consecuencias de cualquier enfermedad. Las tradiciones espirituales y escuelas de formación, como el hinduismo y el budismo, lo han utilizado a través de mantrams.
Los mantrams son frases cortas que, repetidas de manera constante, ayudan a enfocar la mente, aumentar la conciencia, calmar las emociones, eliminar pensamientos negativos, para que el practicante logre alcanzar períodos de paz, de claridad mental y un estado físico en el cual se disminuyen las demandas metabólicas del organismo, como sucede en la relajación o la meditación.
Las instituciones educativas a nivel global han recibido la influencia de las escuelas griegas como el Liceo, donde Aristóteles (384 – 322 a.C.) enseñaba a sus discípulos por medio de la repetición áreas del conocimiento como la filosofía, las matemáticas, la retórica, la música y la gimnasia, con el objetivo de formar ciudadanos libres y cultos.
Las ciencias de la mente humana (Psicología, Neurociencias, Psiquiatría, Sociología, Antropología y Filosofía) en el último siglo han comenzado a investigar el poder que tienen los pensamientos y la actitud que la persona asume ante la vida en la manera de relacionarse con los demás y consigo misma. Y es tan fuerte esta influencia, que determina el destino de su vida en todos los aspectos, incluidos la salud y la enfermedad.
El adagio popular “como piensas, vives” tiene plena validez en esta novedosa concepción, en la cual hay cada vez más evidencias científicas contundentes: la manera como una persona piensa determina en gran medida el desarrollo, el sufrimiento y la sobrevida de una enfermedad. ¿Cómo se puede despertar ese poder inherente a todo individuo y ponerlo al servicio de su recuperación en caso de disfunción o para prevenir un trastorno?
La resiliencia, que en psicología es definida como la capacidad individual para adaptarse y superar adversidades, traumas o situaciones estresantes, puede movilizarse a través de actitudes como la fe, la esperanza y la actitud positiva y realista ante la vida. Esa facultad está en cada persona, y lo primero que se debe hacer es reconocerla y tener la absoluta convicción de que por difíciles que sean las circunstancias externas o internas, “el poder de la voluntad indomable puede vencer cualquier obstáculo”, tal como nos lo enseñó el apóstol de la no violencia, Mahatma Gandhi (1869 -1948). www.urielescobar.com.co
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