viernes, 18 de octubre de 2024

Dimensiones - Compartir y servir

  Por Uriel Escobar Barrios, M.D.

El humano avanza hacia la consecución de su propósito vital en el compartir sin egoísmos con los demás seres sintientes de la creación. Este impulso se expresó desde el mismo instante en el que  comenzó el

desarrollo de la corteza cerebral del Homo sapiens, que hizo posible dar un salto cualitativo hacia los denominados procesos cognitivos superiores, conformados por el pensamiento, el aprendizaje, la motivación, la creatividad, el lenguaje y las funciones ejecutivas. 

Este fascinante proceso evolutivo se inició hace 300 mil años, según los registros fósiles disponibles en el África oriental, en regiones como Etiopía y Tanzania. Desde ese entonces se resalta una característica fundamental: el gregarismo, que es la tendencia de algunas especies animales a vivir en grupos con el propósito de realizar acciones colaborativas que les permitan la protección del individuo y del colectivo. 

En el caso humano, las primeras congregaciones, las hordas, fueron avanzando hacia asentamientos más organizados como las tribus, los clanes, las comunidades o los pueblos, hasta conformar las estructuras sociales que conocemos en la actualidad. En las tradiciones espirituales de Oriente se enfatiza que la transcendencia del ser solo es posible si incorpora en su vida diaria el seva, que es el servicio a los demás. Jesús de Nazaret lo expresó de la siguiente manera: “Yo, el hijo del hombre, lo hago así. No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás” (Mateo 20:28). 

La sentencia “quien no vive para servir, no sirve para vivir”, atribuida al poeta y premio nobel indio Rabindranath Tagore (1861 – 1941), utilizada también por la madre Teresa de Calcuta, reafirma los hallazgos de las ciencias sociales, que ha sido implementado a través de políticas públicas en algunos países para mejorar la calidad de vida de las personas. 

Vivir en soledad y con pobre interacción social tiene repercusiones a nivel físico y emocional, entre ellas el desarrollo de enfermedades físicas diversas, mayores factores de riesgo de recaídas o agravamiento de las ya existentes, aumento de trastornos psicológicos y emocionales como depresión, ansiedad, estrés, e incremento del riesgo suicida. 

Conscientes de esta realidad que afecta gravemente a la población general, y en especial a los mayores de edad, en 2018 el Reino Unido creó el Ministerio de la Soledad, dirigido a disminuir el impacto que esta situación tiene en la salud integral de 9 millones de británicos como consecuencia del poco contacto interhumano de su población.

El ser humano crece y encuentra sentido a su existencia a través del compartir con los demás. Cuanto más aislamiento social haya, más sufrimiento se siente, y las funciones básicas que permiten tener una vida llena de propósito se ven supremamente afectadas. 

Mantener una vida social activa, buscar apoyo emocional en el compartir con otras personas y pedir ayuda profesional cuando la situación así lo amerite son claves en el bienestar humano. Compartir y expresar afecto son las llaves que posibilitan el desarrollo integral de un ser humano. www.urielescobar.com.co

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