Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
Todo ser dotado de conciencia sobre su forma de estar en el mundo tarde o temprano se hará preguntas sobre este hecho. Algunas de ellas pueden ser: ¿para qué vivir?, ¿qué sentido tiene la existencia? No son cuestionamientos menores o, como se ha creído erróneamente, de
incumbencia exclusiva de filósofos o pensadores a lo largo de la historia humana.No es así. La sociedad líquida, descrita por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman (1925 – 2017), plantea un predominio de la incertidumbre en la mayoría de las personas, debido en gran parte a los rápidos cambios en todas las esferas, pero especialmente en la geopolítica, en la tecnológica y en la social: el crecimiento cada vez mayor de la brecha entre ricos y pobres ha llevado a una situación inaceptable en la cual, según informe de la ONG británica Oxfam International, el 1% de los más ricos acumula el doble de la riqueza del resto de la población, y esta diferencia se acentúa cada vez más, lo que genera muchas patologías sociales como las adicciones, la delincuencia juvenil y el embarazo en adolescentes. La Organización Mundial de la Salud y otros organismos encargados de monitorear el cambio de indicadores de salud mental de la población han alertado para que se instauren acciones urgentes que disminuyan el impacto de estos trastornos en el desarrollo de los países en el futuro inmediato de la humanidad.
Más de 700 000 personas se suicidaron en el mundo durante el año 2022, de las cuales 2835 lo hicieron en Colombia, 17 % más que hace 5 años. La pregunta con la que inicio este artículo frecuentemente me la formulan personas que se cuestionan el sentido que tienen sus vidas; lo más preocupante es que se trata de un fenómeno que sucede en el país y a nivel global: personas cada vez más jóvenes no encuentran en absoluto ninguna motivación para seguir viviendo.
¿Qué responderle a alguien de 15 años que piensa que se está en el lugar equivocado porque simplemente no halla el motivo por el cual ha nacido, que justifique seguir luchando para sobrevivir en una sociedad donde predomina la insolidaridad, la corrupción y relaciones interpersonales basadas en el pobre contacto interhumano, como lo definía Bauman?
En definitiva, la respuesta no se puede encontrar en lo externo, en compararse con los demás, en la inversión de horas y horas de comunicación a través de redes sociales. ¡No! Estas acciones tarde o temprano producen hastío y sinsentido. Es el contacto con el ser interior a través de pausas introspectivas como el silencio, la oración, la meditación o, simplemente, el estar a solas consigo mismo lo que nos fortalece y nos permite salir a conectar con los semejantes desde la tranquilidad y la armonía, que están presentes con mucha frecuencia cada individuo humano. www.urielescobar.com.co
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