Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
El humano es un ser cósmico. Quiere decir que es influenciado no solo por todos los eventos que se suceden a su alrededor, sino los que tienen ocurrencia en las más remotas galaxias. Hasta hace
relativamente poco tiempo esta afirmación podría ser considerada por los círculos académicos como temeraria y falta de “rigor científico”, sin embargo, los extraordinarios aportes del físico alemán Max Planck (1858 – 1947), que fueron complementados por otros investigadores insignes como Albert Einstein, Louis de Broglie y Erwin Schrödinger, y que dieron origen a la mecánica cuántica (una de las ramas principales de la física que estudia el comportamiento de la materia a escalas muy pequeñas y de la energía), han permitido comprender la interdependencia de los fenómenos del universo.Las ciencias sociales también han hecho contribuciones importantes para tratar de entender la compleja interacción que tienen el individuo y la civilización humana con lo que sucede a nivel global; en este aspecto es fundamental el concepto expresado por el sociólogo y antropólogo francés Edgar Morin (1921 - ), que en 1993 publicó con Anne-Brigitte Kern el libro titulado Tierra Patria, en el cual analizan cómo la globalización está llevando a la civilización occidental a un profundo malestar al que denominaron policrisis.
Los autores definen la policrisis como la existencia de varias crisis que se producen al mismo tiempo en una región, en muchas o en todo el planeta, las cuales se entrelazan, superponen y provocan un efecto que se extiende al conjunto de la humanidad. En sus propios conceptos: “No existe un único problema vital, sino muchos problemas vitales, y es esta compleja intersolidaridad de problemas, antagonismos, crisis, procesos incontrolados y la crisis general del planeta la que sigue siendo el problema vital número uno”.
¿Actualmente cuáles son las crisis con las que deben lidiar los gobiernos del mundo y, por supuesto, los ciudadanos que lo habitan? Las de mayor impacto son: la crisis climática (aumento de temperatura, catástrofes naturales), la geopolítica (guerras entre Rusia y Ucrania e Israel y Hamás), la sanitaria (pandemias, aumento de indicadores como suicidio y consumo de sustancias), la social (olas migratorias) y la crisis de la inflación (regiones y países cada vez más empobrecidos).
Estos retos globales que se acaban de exponer no pueden ser resueltos por las naciones, porque no dependen de su posibilidad de controlarlos, como sucede, por ejemplo, con la guerra de Rusia y Ucrania, que provocó a nivel global escasez y encarecimiento de insumos básicos producidos por esos dos países, a los que no podía acceder el resto del mundo, que se quedaba mirando de manera impotente cómo se deterioraban los indicadores económicos globales.
Para el individuo es todavía más complejo poder impactar dichas circunstancias que en nada dependen de él. La única opción es indgar en sí mismo para despertar ese poder resiliente presente en todos los humanos, y así, claro que es posible trabajar para tener una vida más serena en medio de tantas adversidades. www.urielescobar.com.co
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