Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
Lo que se piensa tiene repercusiones en los componentes del ser, esto es en cada una de las células del cuerpo, en las emociones, las cogniciones, el sistema de creencias y, finalmente, en el comportamiento del individuo en relación consigo mismo y con los demás.
Este no es un hallazgo novedoso; es conocido desde la más remota antigüedad, y expresado tanto por corrientes espirituales como por escuelas filosóficas. El estudio sistemático de las ciencias de la mente es más reciente, y muchos investigadores han hecho contribuciones importantes para comprender el poder que tienen los pensamientos en el tipo de vida que una persona lleva e, incluso, en el rumbo de su destino, cuando se repiten regularmente.
Esta no es una declaración temeraria y sin bases en la evidencia científica, ¡no! Los elementos que quiero compartir a continuación son pilares esenciales de nuevos enfoques que conciben al humano en la salud y la enfermedad. El poder que tienen los pensamientos repetidos a un determinado ritmo y en un estado particular de conciencia expandida (las afirmaciones) se ha evidenciado en Oriente en las prácticas meditativas, donde se les ha denominado mantras, y en la tradición cristiana, jaculatorias.
En 1920, un farmaceuta y psicoterapeuta francés, Émile Coué (1857 – 1926), publicó un libro titulado Afirmaciones y autosugestión (El autodominio por la palabra hablada). Hizo una afirmación revolucionaria para la época: si una persona repite las mismas palabras con convicción varias veces al día, estas terminan convirtiéndose en una realidad para su vida.
Las palabras generales que recomendaba eran: “Cada día que pasa, voy mejorando un poco más y ello en todos los aspectos”. Esta incipiente propuesta ha tenido desarrollos importantes en Psicología (a Coué se le considera como uno de los padres de la psicoterapia, el tratamiento a través de la palabra) y en Medicina, donde se aplica ampliamente en enfermedades o trastornos que tienen un importante componente emocional; por ejemplo, a través del efecto placebo y de enfoques holísticos o integrativos para la superación de diversas enfermedades que aquejan al ser humano.
Las afirmaciones tienen poder, y cuando son utilizadas de una manera adecuada, que obedezcan a un propósito noble para la persona y para la sociedad, que sean cortas, elaboradas en presente, siempre en positivo, y que se repitan especialmente en estados de conciencia expandidos (concentrados por medio de la interiorización, la oración o la meditación), se logra un verdadero cambio en las formas de relacionarse el individuo consigo mismo y con los demás. Definitivamente, sin importar las condiciones en que viva, la persona tiene un gran potencial para cambiar su realidad y el entorno en el que se desenvuelve. www.urielescobar.com.co
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