Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
El futuro de la civilización humana ha sido uno de los temas controversiales que ha concitado la atención de pensadores a lo largo de la historia. Las respuestas que ellos plantean a este interrogante dependen fundamentalmente de la particular visión que tienen del mundo y de la condición humana.
Es claro que ninguno tiene la verdad absoluta; son formas de acercarse a la complejidad de la existencia. Actualmente, con el desarrollo acelerado del conocimiento en sus diferentes modalidades, se ha planteado un tema muy interesante con respecto a nuestro futuro como especie: ¿el camino será la fusión del humano con la máquina, para incrementar sus capacidades naturales? ¿O será, acaso, desarrollar metodologías que permitan el surgimiento de capacidades innatas, que tiene todo individuo? La primera propuesta (fusión del humano con la máquina) fue planteada inicialmente por el filósofo Francis Bacon (1561 – 1626), quien consideró la posibilidad de mejorar la condición humana a través del conocimiento científico.
El término transhumanismo o extropianismo fue acuñado por el filósofo estadounidense Max More (1964 –), que plantea en síntesis el uso de la tecnología y de la ciencia para mejorar las capacidades físicas y mentales del humano, con el objetivo de trascender las limitaciones biológicas y alcanzar un estado de superación de la humanidad.
La segunda propuesta hunde sus raíces en la obra Así habló zaratustra, del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844 – 1900); su idea central es la formación del superhombre, que es un individuo con habilidades físicas, mentales, emocionales o espirituales por encima de las personas del común. Este concepto ha evolucionado al de superhumano, que considera, en general, dos tipos de personas: 1) genios y prodigios (se destacan en el rendimiento físico, la ciencia y las artes) y 2) aquellos que desarrollan habilidades no ordinarias (telepatía, clarividencia, telequinesis y precognición).
En síntesis, el superhumano es un ser capaz de trascender las limitaciones impuestas por la sociedad y puede alcanzar su máximo potencial como persona libre y creativa. ¿Cómo lograrlo? Investigadores de los enfoques que buscan el desarrollo del potencial humano proponen herramientas como la meditación, la oración o, en general, el despertar del poder interior que se encuentra presente en cada individuo.
Considero, al final de estas líneas, que la respuesta no puede estar en ninguna de las dos propuestas de manera aislada, sino que deben complementarse la una a la otra. No se pueden despreciar los grandes avances científicos; por el contrario, hay que utilizarlos y ponerlos al servicio de toda la humanidad para lograr su bienestar, pero este bienestar no es completo si no se trabaja con la esencia del ser: los valores, la ética, la moral, la preocupación por el semejante, que es parte de mí, y se lucha de manera permanente por ser mejores seres humanos. www.urielescobar.com.co
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