Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
Hablar con Dios es una de las más bellas experiencias que puede disfrutar un ser humano a lo largo de su vida. Hoy en la meditación cotidiana, que realizo a primera hora del día, comencé a dialogar con Él. ¿Cuál fue el tema central? Algo que ha sido recurrente en los
últimos años en mi ejercicio clínico como psiquiatra; tema profundamente enraizado en la civilización actual: el destino del ser humano.Comencé haciendo un recorrido por los grandes retos que actualmente tiene la especie humana, cuyo impacto en su entorno y en su propia supervivencia debe disminuir. Son muchos y graves los problemas que hay que abordar, pero la mayoría de ellos tiene como elemento central la incapacidad del individuo y de las sociedades para reconocer que no están solos, sino que tienen una relación inseparable no solo con el resto de los seres vivos, sino con la dinámica planetaria y cósmica. El dualismo y la ciencia positivista han hecho importantes aportes para el conocimiento del universo y del ser humano; sin embargo, también han contribuido en gran parte a que se acentúe negativamente el tipo de relacionamiento que tiene la sociedad humana actual con su entorno.
La devastación acelerada de los recursos naturales que está sufriendo el planeta y, como consecuencia de ello, la contaminación atmosférica con la presencia de sustancias tóxicas y contaminantes emitidas por fábricas, vehículos, quema de combustibles fósiles, tienen efectos deletéreos en la salud de los seres vivos y conduce, como lo estamos padeciendo, al cambio climático y al efecto invernadero. El abordaje de esta situación, que nos aqueja, no da espera y se deben poner en marcha por todos los estados del mundo las acciones pertinentes para disminuir de manera gradual este terrible impacto, de consecuencias nefastas a muy corto plazo.
El segundo aspecto, de tanta importancia como el primero que he esbozado, es la violencia, la guerra y las muertes fratricidas que recorren la geografía global y, a diferencia de lo que sucedía hace algunos años, ya no utilizando armas de corto alcance, sino toda la tecnología y el conocimiento al servicio de la destrucción, y con el riesgo inminente de la utilización de las armas nucleares, que marcarían el fin de la especie humana sobre la faz de la tierra.
Luego de este recorrido por el acontecer de la historia humana, lo único que le pedí al Creador es que dotara a los seres humanos de la capacidad de discernir, para que llegaran a una conclusión que acabaría con la mayoría de los problemas que aquejan a la civilización actual: que se reconozcan unidos con el todo universal, para que cuiden la casa planetaria y cósmica, y que vean a todos los seres dotados de vida como parte de su propia esencia, de una sola y única energía; que conciban a sus semejantes, independiente del color de su piel, de sus convicciones, del país de origen, como hermanos que deben ser aceptados en la diferencia; que haya una preocupación auténtica por mejorar las condiciones de vida de todos los seres humanos. Solo eso le he pedido a Dios. www.urielescobar.com.co
No hay comentarios:
Publicar un comentario