Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
Cada época en el desarrollo de la civilización humana se ha caracterizado por avances que permiten mejorar la calidad de vida del colectivo y, también, por grandes retos que deben ser superados para disminuir el impacto que factores externos puedan tener y que ponen en riesgo la supervivencia del individuo y de las sociedades.
Los factores positivos en el momento actual son muchos: el incremento en la expectativa de vida de la población general; los descubrimientos en ciencias básicas y en la medicina, que permiten afrontar de mejor manera las enfermedades que más aquejan a las personas; el avance en las comunicaciones, que posibilitan el conocimiento de los nuevos inventos con un sencillo clic; y, finalmente, para mencionar el que sin duda se convertirá en el acontecimiento que cambiará la vida del ser humano: el transhumanismo.
Este término se emplea para hacer referencia a un movimiento fundado en 1998 por el filósofo sueco Nick Bostrom (1973-), junto con el también filósofo británico David Pearce (1959-). Según ellos, “el transhumanismo es un movimiento cultural, intelectual y científico que afirma el deber moral de mejorar las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana, y de aplicar al hombre las nuevas tecnologías, para que se puedan eliminar aspectos no deseados y no necesarios de la condición humana, como son el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento y hasta la condición mortal”.
Los mayores retos que debe afrontar la civilización actual son, en primera instancia, detener la acelerada destrucción de la casa planetaria (6.6 millones de hectáreas fueron arrasadas en el mundo en 2022, según informe de la Forest Declaration Assessment, FDA). Y el otro aspecto es el peligro de la autodestrucción humana, que se puede dar por las situaciones de violencia, muerte y desplazamiento generadas por la codicia y la imposición de unas supuestas verdades mediante la fuerza de las armas, que cada vez son más letales y que no descartan la posibilidad de una guerra nuclear, como ha sido advertido por investigadores como Albert Einstein, Bertrand Russell y Carl Sagan.
Para este 2024 elevo una plegaria al creador de todo lo existente para que con su poder infinito toque el corazón humano, y este tome conciencia que la única opción para avanzar como especie en el camino evolutivo cósmico no es a través de la imposición de la fuerza ni de la aniquilación del contradictor, sino por medio de la aceptación de la diferencia, del diálogo fraterno constructor de consensos. Los humanos de todos los países del mundo son hermanos y juntos debemos preocuparnos por expresar y objetivar lo más valioso que tenemos en nuestra naturaleza esencial: la capacidad para ser compasivos, dar y expresar amor. Que así sea. www.urielescobar.com.co
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