Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
Diciembre se asocia con familiares y amigos, adornos especiales, compras, regalos, fiestas, celebraciones, excesos en alimentación y consumo de licor. El prisma con el que se observa la vida cambia: está matizada por el optimismo reinante, estimulado por los medios
masivos de comunicación que reiteran la importancia de compartir e intercambiar regalos con personas cercanas.No obstante, hay un número considerable de individuos que no se contagian de este fervor de alegría generalizada. La Universidad Complutense de Madrid, entre otros entes investigadores, afirmó que entre el 20% y el 65% de los individuos comienzan a experimentar una serie de reacciones como insomnio, ansiedad, tristeza, falta de apetito, mal humor, irritabilidad, tendencia al aislamiento y pensamientos negativos respecto al futuro personal y social. En los sistemas de clasificaciones internacionales de los trastornos mentales aún no se le ha asignado una denominación a tal estado psicológico y emocional, que se ha considerado genéricamente como depresión blanca, blues de Navidad o depresión navideña.
¿Por qué tantas personas en el mundo presentan dichas reacciones en épocas de Navidad? Se han detectado varios factores, según los estudios ya señalados, pero se puede considerar que entre los más frecuentes están el no haber podido cumplir las metas trazadas al inicio del año; la impotencia por no estar a la altura de los imperativos sociales sobre el intercambio de regalos (por ejemplo, por la situación económica); los rasgos de personalidad, formas de ser o estar en un espacio donde se dificulta la socialización; y, uno de los más importantes, haber tenido pérdidas afectivas (rupturas, muerte de un ser querido), duelos que no han sido elaborados de manera adecuada y se perpetúan a lo largo del tiempo. Lo claro es que para hablar de depresión navideña, estos síntomas deben ser temporales, es decir que caducan con la terminación de las fiestas.
¿Qué hacer para superarla o disminuir el impacto que tienen estos síntomas en la estabilidad psíquica del individuo? Algunas sugerencias que dan los expertos se pueden sintetizar en: desarrollar acciones habitualmente placenteras (caminar, compartir con amigos), realizar actividades de apoyo a personas que estén en situación de vulnerabilidad (servir produce una sensación de bienestar tanto en la persona que recibe el servicio, como en quien lo brinda), perdonarse a sí mismo y a los demás por errores que se hayan podido cometer en el pasado y, finalmente, hacer una gestión adecuada de los pensamientos y sentimientos que nos permiten ser más compasivos en la relación con nosotros mismos y con los demás.
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