Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
-Si los afectados de los actos pasados no perdonan verdaderamente a aquellas personas o grupos que les ocasionaron un gran monto de sufrimiento emocional, no será posible alcanzar la reconciliación y la paz en la comunidad y la sociedad.
La celebración del Día Internacional de la Paz, el 21 de septiembre de cada año, por mandato de la Asamblea General de Naciones Unidas, es porque se reconoce que uno de los mayores retos que enfrenta el mundo actual es la reconciliación en los países que integran este organismo multilateral.
Las cifras de muertes debidas a conflictos armados en el año 2022, que ascendieron a más de 52 000 personas, evidencian un incremento importante en relación con años anteriores, en gran parte debido al enfrentamiento entre los vecinos países de Rusia y Ucrania. A través del lema “Acciones para la paz: nuestra ambición para los objetivos mundiales”, la ONU ha declarado que en este día se deben fortalecer los ideales de reconciliación: propone que al menos por 24 horas haya un alto al fuego y cero acciones violentas: “Nuestro mundo necesita la paz más que nunca”.
Crear una cultura de paz a nivel global tiene profundas repercusiones para conseguir lo que se ha denominado Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que no es más que acercarnos al ideal de vivir en sociedades más justas e incluyentes, libres de miedo y violencia, donde se priorice el respeto a los derechos del ser humano en cualquier lugar que este se encuentre, tal como lo declara António Guterres, el secretario general de la ONU: “La paz es más necesaria que nunca. La guerra y los conflictos están provocando devastación, pobreza y hambre y desplazando a decenas de millones de personas de sus hogares.
El caos climático afecta a todo el planeta e incluso los países en los que reina la paz se ven sacudidos por enormes desigualdades y polarización política". ¿Es posible, en este momento histórico de la civilización humana, alcanzar la justicia y la paz a nivel global? Su concreción será viable solo cuando haya una profunda transformación del ser humano, a través de una acción que ha demostrado ser eficaz en algunos países: el perdón como una vía expedita hacia la reconciliación para allanar el camino de la anhelada paz.
Perdonar implica que el individuo afectado reconozca intencionalmente que guardar sentimientos de odio, resentimiento, ira, amargura por traumas y heridas del pasado no hace sino perpetuar el sufrimiento, el cual tiene repercusiones negativas a nivel físico, psicológico, emocional y en la forma de relacionarse consigo mismo y con los demás.
Perdonar es sanar desde el corazón las injurias recibidas; para ello se requiere una actitud compasiva que produce finalmente la reconciliación de la persona con quienes la han ofendido. Cuando se alcanza este estado, se recupera el equilibrio natural que debe primar en el ser humano para poderlo proyectar en su entorno. Esa es la verdadera paz.
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