Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
Una de las principales características de la situación global actual en que viven los seres humanos es la incertidumbre generalizada.
No solo la hemos padecido quienes pertenecemos a esta civilización; cabe destacar que cada periodo histórico de la humanidad ha tenido obstáculos para superar; no es sino rastrear la historia del proceso evolutivo humano y nos encontramos con grandes tragedias que pusieron a prueba la inteligencia, la inventiva y la capacidad para sobreponerse como individuos y como colectivo a los retos de la naturaleza y los provocados por el propio ser humano.
Esta última consideración es importante para no caer en el facilismo de considerar que “todo tiempo pasado fue mejor” o que nuestros ancestros vivían en condiciones ideales versus las que caracterizan los tiempos modernos. Nada de esto es cierto: cada época tiene sus propios desafíos, y el compromiso de los analistas debe ser tratar de delimitar las dinámicas sociales imperantes, entenderlas y plantear propuestas de abordajes para que la comunidad internacional pueda poner en práctica algunas de ellas.
Decía al comienzo que si algo caracteriza a las personas durante el periodo histórico actual es la incertidumbre. Este concepto es definido como la falta de certeza, que ocasiona duda o indecisión ante la dificultad que tiene un sujeto para predecir cómo se desenvolverán los acontecimientos en el futuro, tanto en su país como a nivel global.
Luego de haber superado momentos tan complejos por la pandemia, en muchos países (entre ellos Colombia) se hicieron estudios para determinar las secuelas a nivel psicológico y emocional. Se encontró que las tres primeras afectaciones fueron, en su orden: ansiedad, depresión e incertidumbre.
Cuando la Organización Mundial de la Salud, OMS, el 5 de mayo del 2023 decretó el fin de la emergencia sanitaria provocada por Covid-19, su director, Tedros Adhanom Gebreyesus, instó a los líderes mundiales a invertir en estrategias de prevención de una nueva pandemia, y planteó en términos poco optimistas: “Cuando llegue la próxima pandemia, que lo hará, debemos estar preparados para responder de manera decisiva, colectiva y equitativa”.
¿Qué debe hacer una persona para afrontar y superar la incertidumbre -además del temor- que genera la posibilidad de una nueva pandemia, el cambio climático, el peligro de una guerra nuclear o el dominio del ser humano por parte de la inteligencia artificial? La salida a esta encrucijada ha sido planteada por líderes espirituales y por filósofos de distintas escuelas: la fortaleza personal. ¿Cómo se logra? Tres estrategias pueden ser de mucha ayuda: aislarse de las impresiones del mundo externo a través de procesos de introspección y silencio interior; practicar frecuentemente técnicas que favorezcan esta desconexión, como la oración y la meditación; y, finalmente, desarrollar el autoconocimiento y la sabiduría a través de la reflexión sobre falencias y potencialidades propias, para corregir las primeras y favorecer la emergencia de las segundas.
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