sábado, 15 de abril de 2023

Dimensiones - Los genes responden a imágenes mentales

 Por Uriel Escobar Barrios, M.D.

Los pensamientos que ocupan la mente durante gran parte del tiempo tienen mayores probabilidades de convertirse en una realidad para el sujeto pensante. En apariencia, esta afirmación no debería tener ningún tipo de discusión, porque parece obvio que para lograr una meta, primero se debe elaborar el plan para conseguirla. 

Sin embargo, cuando se trata de aplicarla en la vida cotidiana, hay una tendencia a olvidarla, y más aún cuando de por medio hay una actitud disconforme ante las circunstancias del destino o cuando se padece algún tipo de enfermedad. En la formación científica se insiste al alumno que lo único válido y aceptable es aquello que puede ser observado, replicado y cuyos resultados tienden a ser los mismos cuando otro investigador realiza búsquedas similares. Según dichos criterios, la única vía válida para obtener conocimiento es la de la experimentación contrastable. 

Este sesgo se observa incluso en áreas científicas que tienen como objeto de estudio el pensamiento y la emocionalidad. Muchos neurocientíficos siguen pensando que estrategias como la psicoterapia o la escucha empática son “procedimientos menores o blandos que no tienen mayor trascendencia en el tratamiento de las enfermedades que aquejan al ser humano”. 

Los estudios pioneros del biólogo, genetista, embriólogo y filósofo escocés Conrad Hal Waddington (1905-1975) demostraron que los genes pueden ser activados o desactivados sin cambiar la secuencia del ADN, cuando son expuestos a diferentes factores medioambientales (estilo de vida, medicamentos o sustancias químicas). 

Este concepto, que dio origen a un área que se investiga en muchas instancias académicas y que se denomina epigenética o epigenómica, ha mostrado con cada vez más evidencia que las experiencias personales, la forma de afrontar el mundo y los pensamientos que se albergan con mayor frecuencia pueden marcar positiva o negativamente el material genético, el cual puede ser trasmitido a la descendencia. Este es uno de los mayores avances en la comprensión integral del ser humano, tanto en la salud como en la enfermedad, y sirve como un faro orientador de hacia dónde se debe dirigir la investigación sobre las alternativas tanto preventivas como curativas para los males que nos aquejan. 

La medicina del futuro tiene un campo muy amplio de estudio que sin duda enriquece las opciones terapéuticas que se pueden ofrecer a los pacientes, teniendo como base un concepto fundamental que constituye la esencia de la atención médica humanizada: el centro de cualquier intervención es el individuo, y todas las acciones que se realicen deben estar encaminadas a educarlo y a enseñarle a que despierte ese poder sanador de su interior, uno de los más potentes fármacos que siempre ha estado disponible en el ejercicio médico. Pensar positivamente y tener un estilo de vida que respete las leyes de la naturaleza tiene un gran poder sanador. ¡Ponlo en práctica para que funcione a tu favor!

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