Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
Los seres humanos son iguales en dignidad y en derechos. El propósito fundamental de las organizaciones sociales que han ido evolucionando a lo largo de la historia no puede ser otro distinto que preservar la vida de cada uno de los individuos que las integran.
En este contexto, países y estados deben estructurar sus políticas para que estén al servicio del bienestar de las personas, no solo desde el punto de vista material, sino integral, lo cual incluye, entre muchos otros aspectos, el respeto y la aceptación de las diferencias, que son características de cada uno de los individuos que integran la comunidad humana.
El racismo y la discriminación racial es un tema que se ha debatido en Colombia en los últimos meses por las expresiones de intolerancia, los señalamientos y prejuicios que se han realizado contra personas por su color de piel, como ha ocurrido de manera reiterativa con quien ocupa actualmente la dignidad de vicepresidente de la República.
Hace muy pocos días denunciaron un caso aberrante de racismo violento al que fue sometido una docente y sus dos hijos menores de edad por parte de una institución educativa en el municipio de Paya (Boyacá). Se debería suponer que escuelas, colegios y universidades serían los espacios ideales de reflexión, respeto, reconocimiento y aceptación de la diversidad humana.
Ante este hecho inaceptable que vulnera el derecho de estos tres colombianos, la Red Internacional para la Reducción del Estigma RED-Estigma, que es una corporación de carácter académico que agrupa a investigadores de países de Iberoamérica, se pronunció rechazando de manera categórica dichos hechos.
Como vicepresidente e integrante de esta entidad, me permito trascribir apartes del comunicado: “Rechazamos y condenamos enérgicamente los hechos deplorables de racismo y discriminación racial de los que fueron objeto la profesora chocoana afrocolombiana Kerlin Murillo Mena y sus hijos de tan solo 5 y 14 años por parte de la Institución Educativa El Rosario en el municipio de Paya, Boyacá.
”En este hecho se observa una vez más como el racismo se reproduce en los medios de socialización humana, en este caso el más importante para la sociedad colombiana como es la educación. Esto demuestra que las conductas racistas no tienen espacio vedado en la medida que la estructura social del país sea racista, y es un hecho que va mucho más allá de las cuatro paredes del colegio o el lugar donde suceda, lo que se reconoce como un racismo estructural, que permea todos los ámbitos de la vida nacional sin distinción alguna.
Estas situaciones de discriminación racial, afectan el bienestar, vulneran derechos de las personas y deterioran su calidad de vida. Debido a la complejidad de esta problemática, hacemos un llamado al gobierno nacional, las organizaciones afrocolombianas y a la sociedad en común a trabajar de manera conjunta en la reducción del racismo”.
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