Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
Lo que le sucede a la Tierra de igual forma le ocurre al ser humano porque no existe una separación entre uno y otro. La cronobiología, que es la ciencia encargada de estudiar los ritmos biológicos que rigen todos los seres vivos, ha encontrado evidencias científicas muy claras que demuestran que animales y plantas funcionan con unos ciclos circadianos que se repiten regularmente y los cuales se relacionan con las mismas variaciones que suceden a nivel externo.
El hábitat natural del ser humano es el medioambiente y en él desarrolla todo su recorrido vital; ahora bien, los estudiosos del fenómeno salud/enfermedad han reconocido desde hace muchos años la importancia primordial de que este entorno no sea contaminado, como un elemento para la conservación de la salud. Al respecto, los esfuerzos de los gobiernos han sido mínimos, como se observó en el poco compromiso que adquirieron los países más poderosos y que más contaminan el medioambiente planetario; esto se vio reflejado en la reciente cumbre del medioambiente (COP27), organizada por la ONU en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij.
En este momento, nadie pone en duda que cuando una persona vive la mayor parte del tiempo o durante muchas horas del día en un ambiente contaminado por gases, partículas, ruido o aguas no tratadas se expone al desarrollo de diversas enfermedades de tipo respiratorio, auditivas o gastrointestinales. ¿Por qué, entonces, se ha descuidado o no se prioriza el cuidado medioambiental como un elemento clave para garantizar la supervivencia del individuo y del colectivo humano? Son muchas las razones; pero, sin duda, el factor económico juega un papel protagónico en esta actitud que se ha convertido para muchos países en una política de Estado de tipo colonialista o dominante sobre las naciones más pobres. A estos factores que deterioran la salud física se les agrega algo que se ha venido estudiando e informando por la importancia cada vez mayor que tiene en la población, especialmente en las personas más jóvenes: el deterioro de su salud mental.
La ecoansiedad es un término que se utiliza con mayor frecuencia por estudiosos del comportamiento humano para hacer referencia a las repercusiones negativas que tiene en la salud mental de la población el desastre ambiental que se está viviendo en la actualidad. La ansiedad climática es una alteración emocional que se presenta en un número cada vez mayor de personas y se caracteriza por la inquietud permanente hacia el futuro de la especie con afectaciones en el pensamiento, con inquietud, taquicardia, insomnio y, en muchas ocasiones, con desarrollos depresivos. Estas alteraciones aún no se encuentran clasificadas en la nosología oficial (los sistemas de clasificación de enfermedades); no obstante, son una realidad que aqueja y agobia a la civilización actual. ¡Algo debemos hacer para disminuir esta incertidumbre respecto al futuro de la especie humana!
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