Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
En los primeros años de vida se comienzan a gestar las formas de pensar y los patrones de comportamiento del ser humano en relación consigo mismo y con los otros en los ámbitos familiar y comunitario. Las teorías psicológicas sobre el desarrollo de la personalidad coinciden en la importancia de las primeras experiencias del niño para el desarrollo de su vida futura.
Sin embargo, los indicadores sobre niveles de violencia infantil en Colombia durante del año 2021 revelan unas cifras que no solo son alarmantes, sino que como sociedad nos obligan a repensar cuál será el comportamiento futuro de estos seres que han sido sometidos a tantos vejámenes, lo que, sin duda, se ha convertido en una marca indeleble en su vida psíquica y emocional.
Según la Defensoría del Pueblo, en dicho período, en el país fueron atendidos 30.048 casos de maltrato a menores, de los cuales el 34 % se trató de abusos sexuales. Carlos Ernesto Camargo, el defensor del pueblo, termina este informe con las siguientes palabras: “Los más recientes casos de abuso, maltrato y matoneo a niños nos conmueven y duelen”.
La mayoría de las personas abusadas en su infancia, como se expresaba anteriormente, en la edad adulta comienzan a presentar una serie de alteraciones en el comportamiento, que afectan su autovaloración con la consecuente baja en la autoestima, y hace que desarrollen síndromes clínicos que interfieren de manera severa en su salud integral y en el rendimiento en todas las dimensiones de su vida. ¿Cuál es el origen de esta situación que limita de manera grave el bienestar de la niñez? Por supuesto que son muchos; no obstante, uno de los más importantes es el hecho de que en Colombia -para hacer mención específica de nuestro país- hay un predominio de formas de relación basadas en los excesos, lo cual es replicado a través de medios de comunicación, como se observa en la emisión de programas y series de contenido violento, donde se impone la ley del más fuerte.
¿Qué hacer para ayudar a que vivamos en una sociedad donde se privilegie la cultura de la paz y la instauración de formas de relación fraterna y de respeto? De nuevo, los caminos son muchos, pero un tema que he mencionado de manera reiterativa es que como sociedad implementemos y le demos importancia a la vacuna emocional en los menores de edad.
Así como inmunizamos a los niños para que no contraigan enfermedades de tipo infeccioso, también debemos aplicarles la vacuna del afecto, que no es otra que un trato amoroso, basado en el respeto a la dignidad que tiene todo individuo humano. El marco para que esto se dé es la educación de la familia por parte de un Estado que se preocupe de manera auténtica y ponga el bienestar de la persona por encima de cualquier otra consideración. www.urielescobar.com.co
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