Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
El desarrollo de un individuo vegetal o animal pasa por una serie de etapas que se pueden sintetizar en nacimiento, crecimiento, perfeccionamiento, declive y muerte. El ser humano es un buen ejemplo de lo que constituye este proceso natural: luego del nacimiento, en el niño hay una dependencia de las personas mayores; mientras va creciendo, adquiere las habilidades que le permiten ser autosuficiente como individuo adulto; esto va seguido de una pérdida paulatina de dichas facultades, especialmente las físicas; finalmente, la evolución desencadena en la muerte, cumpliendo así el ciclo de la vida.
El desarrollo de capacidades, habilidades y competencias se da de igual manera en cada uno de los elementos que constituyen a la persona; por esta razón, cuando se habla de salud, se tienen en cuenta una serie de indicadores que interactúan para configurar un todo en el cual el individuo se relaciona consigo mismo y con la sociedad a la cual pertenece.
La Organización Mundial de la Salud, OMS, define la salud en términos generales como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Aunque este concepto es sometido de manera permanente a discusiones o revisiones por considerarlo incompleto, sirve como una base para unas consideraciones que me propongo realizar sobre el papel fundamental que desempeñan las emociones en la evolución o el perfeccionamiento tanto del individuo, como de su grupo social.
El humano -perteneciente a la especie animal- nace con emociones, como parte de la dotación que le sirve para enfrentarse al mundo; estas, a lo largo del ciclo vital, atraviesan por un proceso de perfeccionamiento, en la medida en que interactúan con otros elementos o funciones biológicas y psicológicas de dicho humano. En un desarrollo normal, se espera que el individuo adulto pueda regular estas tres instancias: emoción, razón y conducta.
Una definición operativa de la regulación emocional es la que plantea el investigador barcelonés Rafael Bisquerra: “Capacidad para manejar las emociones de forma apropiada. Supone tomar conciencia de la relación entre emoción, cognición y comportamiento; tener buenas estrategias de afrontamiento; capacidad para autogenerar emociones positivas, etc.”.
La regulación emocional es un proceso esencial no solo para que el individuo tenga experiencias de bienestar consigo mismo y desarrolle autonomía y autoestima adecuadas, sino que se relacione de manera asertiva con sus semejantes. Por eso, la educación emocional debe ser una prioridad en cualquier sistema educativo, porque esta es la base para que nuestras sociedades estén conformadas por personas más conscientes de sus potencialidades, pero también con un profundo respeto, tolerancia y aceptación del otro, al considerar las diferencias que nos caracterizan a todos los seres humanos. www.urielescobar.com.co
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