Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *
Uno de los mayores retos que tiene el ser humano durante su recorrido existencial es alcanzar un estado de bienestar tanto en su parte física, como psicológica y emocional. ¿Es posible lograrlo? Filósofos, políticos, estudiosos del comportamiento y líderes espirituales de diferentes doctrinas han analizado este tema a lo largo de la historia. Hace aproximadamente 2600 años, Buda decía que el propósito fundamental del individuo era ser feliz y evitar el sufrimiento.
El Dalái Lama, actual líder espiritual del budismo tibetano, afirma que la felicidad se puede lograr a través del entrenamiento de la mente, entendida, en un concepto amplio, como el espíritu, el intelecto, el sentimiento, el corazón y el cerebro. A este respecto, Jesús recalcó que “podemos lograr ser felices si tenemos a Dios en nuestras vidas. Si seguimos confiadamente su voluntad que es buena, agradable y perfecta podemos enfrentar la realidad del mundo en que vivimos con gozo en el espíritu”.
Por su parte, Aristóteles consideraba la felicidad como el bien supremo y el fin último de la existencia, y se podía lograr a través del interjuego entre los bienes externos y la armonía del funcionamiento del cuerpo y del alma. Para Sigmund Freud, la felicidad también es una resultante, pero los factores que interactúan, son las necesidades acumuladas por el individuo, que alcanzan un cierto nivel de tensión; cuando se satisfacen, la persona experimenta ese estado.
Para medir la felicidad y el bienestar de sus habitantes, la mayoría de los países utilizan como indicador el Producto Interno Bruto (PIB), que tiene en cuenta el valor monetario de la producción de bienes y servicios. En los últimos años, esta forma de concebir la satisfacción del individuo ha tenido muchas críticas; por eso, cada vez se menciona más el FIB (Felicidad Interior Bruta), que tiene a la persona como el eje de la medición. Para ello, se toman en cuenta: desarrollo socioeconómico sostenible e igualitario, preservación y promoción de los valores culturales, establecimiento de un buen gobierno y conservación del medioambiente.
El boom actual sobre “alcanzar la felicidad” ha distorsionado el concepto de tal manera, que cada día en el mundo se publican miles de libros sobre el tema, además se invita a cursos, seminarios, retiros para “conseguir la meta” (de ser felices). La felicidad no se puede alcanzar en ninguno de estos escenarios, porque se trata de un estado que se encuentra en el interior del ser; y es cada individuo quien debe navegar en solitario para experimentarlo.
Surge una inquietud final: ¿es posible ser felices así sea de manera transitoria en un mundo tan desigual y plagado de tanto sufrimiento? La respuesta es que en la medida en que luchamos por mejorar las condiciones de vida de nuestros semejantes, estamos dando pasos agigantados hacia la consecución de nuestra felicidad personal y colectiva.
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