Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *
La intolerancia es la expresión de fuerzas arcaicas heredadas del ancestro animal de donde proviene el ser humano. La manifestación más grave de ella es la violencia en cualquiera de sus formas. Su ejercicio es un indicador importante de los procesos de desarrollo y, especialmente, de la educación. De manera general, se puede afirmar que a mayor intolerancia, menores son los niveles de formación intelectual y emocional del individuo y del colectivo donde este vive.
Los conceptos anteriores enmarcan la situación que se presentó en el país y que generó toda clase de comentarios y análisis para tratar de entenderla. Me refiero al informe presentado por el Instituto de Medicina Legal en el que analizan las muertes violentas entre enero y mayo del 2021, frente al mismo período del año 2020.
Según este informe, en 2020 se presentaron 3.920 casos de homicidios y en el 2021 esta cifra fue de 4.986, lo que indica un incremento de 1.066 casos; ¡un 27 % más! Esta situación, de por sí dolorosa, se agrava cuando se expresa que la gran mayoría de casos sucedieron en la franja de población entre 18 y 59 años de edad, considerada como la etapa más productiva de una persona tanto desde el punto de vista laboral, como en la conformación y sustento de la familia. En lo relacionado con el suicidio –otro de los indicadores clave para determinar el nivel de violencia de un país–, de 917 casos en el 2020, se pasó a 1051 en el 2021: 14,6 % más.
Para algunos investigadores de este tema, como Henry Cancelado e Isaac Morales (de la Universidad Javeriana y de la Fundación Paz y Reconciliación, respectivamente), este aumento de la violencia tiene muchos determinantes, entre los más importantes se encuentran: mayores niveles de pobreza, las luchas entre las bandas del narcotráfico por quedarse con el negocio y la incapacidad de un número muy importante de colombianos para entender que el país se construye y se desarrolla no tratando de eliminar al que piensa diferente, sino logrando un entendimiento en la diferencia. Los retos que se tienen como Nación son monumentales.
Es necesario ir dando pasos seguros para lograr la concordia, el entendimiento, en un país con tanta riqueza en recursos materiales, con los que nos ha premiado la naturaleza por su ubicación estratégica tan privilegiada, y, lo más importante, por las diversidades étnicas, raciales y culturales, que hacen de Colombia un país con un gran potencial de desarrollo, posible solamente si es jalonado por cada uno de sus habitantes.
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