EL DIÁLOGO ES CONSIGO MISMO
Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *
Parte del proceso de aprendizaje del individuo consiste en entablar relaciones cordiales con sus semejantes, pero no podrá realizarlo exitosamente si no desarrolla la habilidad de dialogar consigo mismo. La aceptación incondicional del propio ser es lo que permite construir vínculos sanos con los demás.
Esta reflexión surgió tras haber atendido a Bertha, una mujer de 58 años que consultó por una serie de diversos síntomas físicos y psicológicos: dificultad respiratoria, taquicardia, desespero, sudoración, sensación inminente de sufrir un infarto y pensamientos reiterativos de desesperanza y vacío existencial.
Las visitas frecuentes a los servicios de urgencias con resultados clínicos negativos hicieron que los médicos tratantes la remitieran a psiquiatría. Bertha dejó de trabajar hace algunos años, vive con su esposo, en un tipo de relación que ella considera extremadamente rutinaria, y tiene dos hijos adultos, que están en proceso de hacer su vida por aparte.
Se define a sí misma como una mujer que siempre se ha preocupado “por arreglarle la vida a los demás”; que antepone el bienestar de sus hijos y su esposo al suyo propio; se considera una experta en dar consejos, pero ahora que está a punto de quedarse sola con su pareja, experimenta mucha insatisfacción y no sabe cómo afrontar la situación. Textualmente, le dijo al terapeuta: “Soy experta en dialogar con los demás; sin embargo, no lo sé hacer conmigo misma”.
Su declaración me hizo pensar inmediatamente en ese aforismo tan famoso que se encuentra en la entrada del templo del dios Apolo, en Delfos: “Conócete a ti mismo”. A lo largo de la historia se han hecho muchas interpretaciones, una de las más conocidas es la relatada por Platón, quien la pone en boca de Sócrates en su diálogo con Alcibíades, donde le recuerda a su discípulo que la principal tarea que tiene es gobernarse a sí mismo y no lo podrá hacer si previamente no se conoce como individuo.
El conocimiento de sí mismo tiene una ruta única para lograrlo, y no es otra que aprender a reconocer los propios pensamientos, a dialogar con ellos, a encontrar el sentido que tienen las acciones que se realizan. No obstante, es muy frecuente aconsejarles a las personas que aprendan a hablar con su contraparte de una manera en la cual se dé una comunicación asertiva; aunque esto no será posible si previo a ello no han aprendido a reconocerse en su interioridad, en sus afectos, en sus sueños e ideales. El diálogo consigo mismo facilita la interacción con los semejantes.
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