PIENSA A TU FAVOR
Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *
Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *
Los pensamientos son uno de los mayores factores generadores de tensión en el individuo, especialmente cuando se convierten en repetitivos y se pierde el control sobre ellos. El flujo de pensamientos se incrementa si hay una preocupación o un temor por un factor externo, como está sucediendo en la actualidad por el confinamiento en casa, debido a la pandemia ocasionada por el Covid-19 y, en especial, por la incertidumbre que esta enfermedad ha provocado.
Cuando una persona tiene rasgos o estructuras en su carácter que la convierten en alguien con un patrón de reacción ansiosa, esta situación puede desencadenar trastornos emocionales transitorios o desarrollar reacciones postraumáticas. Impedir que los pensamientos se produzcan es algo, por supuesto, imposible. Si a usted le dicen en una sesión de meditación que ponga la mente en blanco, sin pensamientos, no crea mucho en ese instructor porque es algo que voluntariamente no se puede lograr.
El físico teórico Jyri Kuusela dice que una persona normalmente tiene 60.000 pensamientos diarios, de los cuales el 94% se repite, ¡y el 80% de ellos son negativos! La gran mayoría está relacionada con experiencias del pasado o con preocupaciones futuras que no tienen ningún fundamento en la realidad, sino que obedecen a las interpretaciones que hacen sobre la realidad circundante.
Ahora bien, de acuerdo con la relación que los pensamientos tienen con la mente y con el comportamiento, lo obvio no es impedirlos –porque ya vimos que no es posible–, sino utilizarlos para el beneficio de la persona. El principio es, entonces, que así como los pensamientos son causal de perturbación, también se pueden constituir en una fuente inagotable de bienestar.
¿Cómo podemos utilizar el potencial que tienen los pensamientos para que ayuden al individuo a superar los estados desadaptativos de ansiedad o de otros trastornos psicológicos? La clave es aprender a regularlos y a entrenarlos –sí se puede–, para que bajen su frecuencia de aparición en la mente y para que sean más positivos y creativos.
A través de una práctica regular, se puede conseguir. Ya se ha demostrado de manera fehaciente que la solución para estos cuadros nerviosos no puede ser un medicamento –que a veces se requiere–, sino la combinación de varias estrategias, algunas de ellas generadas desde la propia persona, quien se convierte en un agente activo en su proceso de recuperación. En el próximo artículo daré algunas pautas para aprender una de estas técnicas.
Cuando una persona tiene rasgos o estructuras en su carácter que la convierten en alguien con un patrón de reacción ansiosa, esta situación puede desencadenar trastornos emocionales transitorios o desarrollar reacciones postraumáticas. Impedir que los pensamientos se produzcan es algo, por supuesto, imposible. Si a usted le dicen en una sesión de meditación que ponga la mente en blanco, sin pensamientos, no crea mucho en ese instructor porque es algo que voluntariamente no se puede lograr.
El físico teórico Jyri Kuusela dice que una persona normalmente tiene 60.000 pensamientos diarios, de los cuales el 94% se repite, ¡y el 80% de ellos son negativos! La gran mayoría está relacionada con experiencias del pasado o con preocupaciones futuras que no tienen ningún fundamento en la realidad, sino que obedecen a las interpretaciones que hacen sobre la realidad circundante.
Ahora bien, de acuerdo con la relación que los pensamientos tienen con la mente y con el comportamiento, lo obvio no es impedirlos –porque ya vimos que no es posible–, sino utilizarlos para el beneficio de la persona. El principio es, entonces, que así como los pensamientos son causal de perturbación, también se pueden constituir en una fuente inagotable de bienestar.
¿Cómo podemos utilizar el potencial que tienen los pensamientos para que ayuden al individuo a superar los estados desadaptativos de ansiedad o de otros trastornos psicológicos? La clave es aprender a regularlos y a entrenarlos –sí se puede–, para que bajen su frecuencia de aparición en la mente y para que sean más positivos y creativos.
A través de una práctica regular, se puede conseguir. Ya se ha demostrado de manera fehaciente que la solución para estos cuadros nerviosos no puede ser un medicamento –que a veces se requiere–, sino la combinación de varias estrategias, algunas de ellas generadas desde la propia persona, quien se convierte en un agente activo en su proceso de recuperación. En el próximo artículo daré algunas pautas para aprender una de estas técnicas.
www.urielescobar.net / Twitter: @urielbarrios16
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