DIMENSIONES

QUE NO MUERA LA ESPERANZA

Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *

Momentos de gran incertidumbre, temor y en muchas ocasiones miedo recorren toda la geografía del país. A la larga y dolorosa lista de líderes sociales asesinados y amenazados en los últimos días se han sumado las amenazas de muerte que han recibido Carlos Romero, actual gobernador de Nariño, las periodistas Jineth Bedoya y María Jimena Duzán, los periodistas de RCN, Jorge Espinosa, Yolanda Ruíz y Juan Pablo Latorre, y finalmente el grupo de redactores de la Silla Vacía.


¿Qué motivos aducen quienes profirieron las amenazas contra dichos compatriotas? Que son colaboradores de la guerrilla, de los líderes sociales o porque han protestado ante el exterminio de tantas personas valiosas que están ayudando a construir un mejor país para todos.

Carlos Julio González, actual gobernador del Huila y presidente de la Federación Nacional de Departamentos, junto con su director ejecutivo, Carlos Felipe Córdoba, emitieron un comunicado para la opinión pública y las autoridades en el cual reclaman “la ayuda del Gobierno para garantizar la integridad y la vida de las personas amenazadas, en momentos en que el país registra con preocupación la muerte violenta de líderes sociales.

Este tipo de acciones solo contribuyen a generar zozobra en la comunidad y van en contravía del propósito nacional de consolidar la paz". El recrudecimiento de la violencia en contra de quienes conciben y luchan por un tipo de país distinto debe ser un estímulo para que los colombianos nos unamos en un propósito común: la preservación de la vida de todos y cada uno de los que habitamos esta nación.

Hace algunos días escribí que “lo único que un ser humano no puede perder es la esperanza; [que] los pensamientos son realidades que se concretan a través de las acciones que se realizan; [que] si tienes la convicción de que puedes cumplir una meta, tarde o temprano, la vas a lograr”. Por lo tanto, no podemos permitir que hieran de muerte o maten nuestra esperanza por tener un país donde el derecho a la vida, a la paz, a la solidaridad fraterna sean las máximas expresiones en el acontecer cotidiano de todos nosotros.

Como un solo hombre, como una sola mujer, como una gran nación, defendamos el derecho inalienable a toda vida humana, a poder soñar con un país que dé el salto hacia la convivencia en armonía. Ese será el mejor legado que le podamos dejar a las generaciones futuras.

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