NO ES LA CORRUPCIÓN, ES LA IGNORANCIA
Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *
El 5 de junio de 2018, la plenaria del Senado votó favorablemente la consulta anticorrupción; fueron 84 votos a favor y 0 en contra. Este es un logro importante luego de que ante el Legislativo se hubiera presentado un mandato popular con 4 millones de firmas solicitando un mecanismo de participación ciudadana para combatir de manera más eficaz las prácticas corruptas en el país.
En la columna anterior hablaba de la próxima elección presidencial, y con respecto a la manera como se está desarrollando esta campaña política, afirmaba que “debemos luchar por construir un país donde nos aceptemos en la diferencia; donde entendamos que el gran mal que hay que combatir en este momento no es la corrupción, sino la ignorancia, que se refleja en el hecho de que nos estemos dejando llevar por la emocionalidad, por el miedo, por lo más irracional de los instintos que yacen en nuestro ancestro animal”.
Llamo la atención sobre el muy poco despliegue que se le ha dado a las propuestas de los candidatos presidenciales de cara a la segunda vuelta, y al miedo al que se ha recurrido para movilizar a los votantes. Entonces, se habla por ejemplo, de que no votemos por alguien que “volverá trizas los acuerdos de paz”; como si desde el punto de vista jurídico esto pudiera hacerse así de fácil. Y aunque Iván Duque ha dicho públicamente que en su eventual gobierno no va a actuar de esa forma sino que hará algunos ajustes, la gente sigue con el mismo estribillo.
Por el otro lado, es peor el terror que les infunden a los potenciales electores de Petro: sus contradictores, a través de todo tipo de propaganda sucia, dicen que elegirlo es instaurar en Colombia el castrochavismo, es exponerse a que les expropien sus bienes. A pesar de que el candidato ha manifestado que no irá en esa dirección –y, por supuesto, cualquier ciudadano con una mínima instrucción sabe que es imposible que lo pueda hacer pues el Congreso, las Altas Cortes y el Ejército no estarán a favor–, se le insiste a la gente, en algo que es improbable.
Eso me permite decir que la apuesta para que cualquier país avance en los procesos democráticos es la educación, como lo expresó Sergio Fajardo y también Nelson Mandela, ese gran adalid de las luchas sociales: “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. Esa debe ser la apuesta del próximo presidente, para superar el subdesarrollo económico y mental.
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