sábado, 19 de agosto de 2017

DIMENSIONES

NO MATARÁS

Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *

Para analizar de manera objetiva los fenómenos sociales que ocurren en una comunidad, se utilizan cifras o indicadores que permiten hacer una aproximación a su funcionamiento. El último informe del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses sobre Localización de Información Forense Estadística, Life, reportó que en el primer semestre del año 2017 hubo noventa homicidios en Pereira. Si esta cifra se compara con la de una ciudad vecina como Manizales, donde ocurrieron cuarenta y cinco asesinatos en ese mismo período, se percibe una diferencia significativa.


Profundizando un poco más en las características psicosociales de las personas afectadas, se encuentra que nueve de cada diez homicidios corresponden a hombres entre los dieciocho y los cuarenta años; siendo la causa principal para ello estar involucrado en redes de microtráfico.

Los datos son contundentes y expresan un grave conflicto que está aquejando a hombres jóvenes, dedicados a actividades ilegales que contribuyen a destruir el tejido familiar y social de la comunidad. ¿Por qué una persona es capaz de asesinar a otra? ¿Por qué en los últimos años la violencia contra nuestros semejantes se ha convertido en uno de los mayores flagelos que azota a la sociedad colombiana?

Desde el punto de vista psicológico, una persona que utiliza la violencia como forma de relacionarse, sin duda tiene una alteración en su esfera mental; tiene una incapacidad para hacerse entender de la única manera posible entre seres humanos sanos: a través del diálogo civilizado, donde se pueden ventilar y aceptar los disensos.

Buda, mediante sus enseñanzas, nos dijo que cuando un ser humano sufre, sufre toda la humanidad. Alrededor de quinientos años después, Jesús le respondió lo siguiente a un joven rico que le preguntó sobre lo que era bueno: "Guarda los mandamientos y, [entre] ellos, n www.urielescobar.net / Twitter: @urielbarrios16

*Uriel Escobar Barrios, médico psiquiatra. (Esta columna de opinión es responsabilidad directa de su autor)

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