A propósito de los constantes sondeos o encuestas que se hacen a través de los medios de comunicación no todo lo que brilla es oro. Es decir no por ser más popular o aparecer de primero en ellas significa que sea el más eficiente.
Por ejemplo en el periodo pasado para gobernación las encuestas ubicaban casi siempre en los primeros lugares a los gobernadores de Antioquia, Risaralda, Tolima y Atlántico.
Sin embargo en la encuesta de Colombia Líder, considerada la más prestigiosa del país, que incluye, además, a empresas, fundaciones, etc, ninguno de los anteriores apareció de primero. Se ubicaban en la mitad de la tabla.
Eso indica que se puede ser muy popular pero en la práctica muy ineficiente o puede coincidir lo uno con lo otro, o ser impopular y eficiente. El personaje X del pueblo puede ser muy conocido pero ¿será igualmente eficiente?
O si lo aterrizamos a la política local para seguir el ejemplo inicial podríamos decir que el entonces gobernador Víctor Manuel Tamayo era popular porque anunciaba construir casas para los pobres, repartía mercados, o porque rezaba el rosario, pero ineficiente porque al final del mandato no construyó una sola casa.
Colombia líder por eficiencia ubicó a Risaralda en el puesto 21 entre 32 gobernantes luego de evaluar 60 indicadores entre los que están: avances en la lucha contra la pobreza, disminución del desempleo, reducción de nutrición infantil, tasa de mortalidad materna, embarazos en adolescentes, deserción escolar, cobertura en servicios públicos.
Esa misma evaluación de eficiencia le dio al alcalde de Pereira Israel Londoño el puesto 11 entre 24 gobernantes de ciudades capitales, muy a pesar de que era muy popular porque se movía en el mundo del deporte y jugaba fútbol con la gente, por ejemplo.
Ahí queda la tarea para que empecemos a evaluar qué tan eficientes y populares son los alcaldes del área metropolitana o de los municipios en general y el Gobernador de Risaralda.
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